domingo, 10 de junio de 2012

Ötzi, un personaje de ‘Sexo en Nueva York’



-Un hacha de cobre, la más antigua jamás encontrada.
-Un cuchillo de pedernal.
-Un arco.
-Flechas.
-Un carcaj.

-Dos cestas confeccionadas con corteza de abedul. Una de ellas había alojado brasas envueltas en hojas de arce, para encender hogueras.
-Una funda.
-Varias herramientas pequeñas en cuya construcción se habían empleado 18 tipos de madera.
-Un puñado de bayas.
-Un trozo de carne de íbice.
-Dos hongos esféricos del abedul, cada uno de ellos del tamaño de una nuez grande y cuidadosamente envueltos en tendones. Probablemente lo empleaba como medicina.
-Y ahora viene lo mejor: ropa y adornos. Hasta ahora apenas se conocían estos detalles de la Edad de Piedra, pero Ötzi nos permitía asistir al primer pase de modelos de 5.000 años de antigüedad. La ropa estaba hecha a partir de pieles y pelo de una variedad asombrosa de animales: ciervo común, oso, gamuza, cabra y vaca. También llevaba unas polainas de piel sujetas con tiras de cuero unidas a una correa a modo de cinturón. Un taparrabos de piel de cabra y un gorro de pelo de oso pardo. Ah, y las botas eran espectaculares, muy cómodas y de gran agarre (mejor que el caucho moderno), aunque su aspecto semejaba el de un par de nidos para pájaros sobre unas suelas de rígida piel de oso.
-Y adornos como un rectángulo de hierba tejida de casi un metro de longitud (que podría usarse como capa y también como alfombrilla para dormir).
Los seres humanos parecen diseñados para concebir cosas no esencialmente prácticas e invertir tiempo y recursos en ello. Un ejemplo todavía más extremo se remota a hace 28.000 años, durante el Paleolítico Superior. En los restos encontrados en el yacimiento de Sungir, en Rusia, perteneciente a un adulto que llevaba nada menos que 3.500 cuentas de marfil prendidas del ropaje, y en la cabeza otras 500 cuentas, y 25 dientes de zorro que adornarían un gorro. Tanto esfuerzo solo para exhibir. Seguramente también intercambiaban estos objetos inútiles. Es consumo conspicuo, como el que protagonizan las chicas de Sexo en Nueva York. Es nuestra naturaleza.
Sergio Parra  

Por que la comida de avion sale tan mal?


La respuesta rápida a la pregunta de por qué la comida del avión es tan sosa y anodina pudiera ser que es comida de baja calidad. O que en Primera Clase eso no pasa. Sin embargo, hay otros motivos que influyen en el sabor de la comida que ingerimos a 10.000 metros de altura.

Según sugieren algunos estudios, incluso fomentados por las propias compañíais aéreas, el sentido del olfato cambia mucho debido a las condiciones higrotérmicas de la cabina (el grado de humedad es bajísimo, resecando la nariz: cuando la nave alcanza su altitud de crucero, a 11.000 metros de altitud, la humedad de la cabina se mantiene a niveles mínimos para reducir el riesgo de corrosión de fuselaje).

También se ve influido el del gusto, debido al cambio en la presión del aire, que adormece las papilas gustativas. El aire seco (en torno a un 15% de humedad) y la presión de la cabina provocan que se duerman un tercio de las papilas gustativas. Algo parecido a lo que sucede cuando estamos constipados.

Por ello suelen servirse platos especialmente especiados, a fin de despertar nuestro sentido del gusto. Y también es la razón de que el zumo de tomate tenga un sabor menos ácido que en tierra.

Si la comida de los trenes tampoco está muy buena es porque la empresa de catering que prepara los platos lo ha hecho hace muchas horas; y en el caso de los aviones, ha tenido que pasar por condiciones extremas de temperatura y humedad.

Además de la sequedad en la boca y las fosas nasales, hay otros que proponen que el mal sabor de la comida tiene que ver con el oído. Un estudio realizado por la Universidad de Manchester concluyó que los comensales reconocen peor los sabores dulces y salados cuando están sometidos a un cierto nivel de ruido blanco.

Sergio Parra  

Los perros pueden entender más de 160 palabras
Que los perros pueden comprender lo que sus amos les dicen es algo ya sabido por todos quienes disfrutan de la compañía de una de estas mascotas, muchos de los cuales tienen en ellas no sólo a un animal de compañía, sino a alguien con quien hablar o confiarle sus secretos. Esto ha sido ahora confirmado a través de un estudio llevado a cabo por el investigador Stanley Coren, de la Universidad de British Columbia en Vancouver (Canadá), que a través de diferentes estudios ha confirmado que los perros son capaces de distinguir más de comprender y distinguir más de 160 palabras.

Pero no sólo distinguirlas, sino que, según se desprende de un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Max Planck de Alemania, si tenemos suficiente paciencia, podemos enseñar a nuestra mascota hasta 200 palabras, las mismas que aprendió el border Colllie con el que realizaron el estudio.

Eso sí, debemos tener en cuenta que el border collie se ha catalogado como el perro más inteligente, seguido de los caniches (un dato que seguramente sorprenderá a más de uno), y los pastores alemanes. La raza que ocupa el cuarto lugar en el ranking de inteligencia canina es el Golden Retriever, seguido por el Doberman.

Pero las habilidades que pueden desarrollar nuestros amigos caninos no quedan aquí, ya que, gracias al trabajo de Coren, ahora sabemos que los perros pueden resolver problemas complejos, demostrando tener unas habilidades mentales que se aproximan a las de un niño de dos años de edad.

Esta capacidad es la que también les permite contar hasta cuatro o cinco e incluso a más de uno pueden ayudarle con sus deberes de matemáticas, ya que pueden aprender conceptos básicos de aritmética que les van a permitir detectar algún error en sumas muy sencillas, como 1+1=3
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