jueves, 15 de diciembre de 2011

Comer bien









COMER BIEN

CONSEJOS Y DATOS CURIOSOS

Un hecho curioso que se empezó a observar con los avances de la tecnología en materia de fisiología, era que cuando ingeríamos alimento se producía de forma natural un proceso al que llamaron leucocitosis, es decir una subida de leucocitos, que son los encargados de defendernos de elementos nocivos para el organismo, el mismo proceso que cuando entraban en el organismo virus o bacterias enemigas. La medicina siempre pensó que era francamente raro que el cuerpo se quisiera librar de algo tan necesario como es el alimento, pero como este hecho se sucedía siempre, se acabó por aceptar como algo normal, como parte del proceso digestivo.


Un tiempo más tarde los crudívoros, que toman un máximo de un 25% de alimento cocinado, demostraron que no es algo tan natural ya que a ellos no les pasaba, pero tenían un perfecto estado de salud. Ellos demostraron que la leucocitosis degestiva sólo se produce al tomar alimentos cocinados o procesados. El cuerpo reacciona como si fuera una agresión por la cantidad de sustancias extrañas e indeseables que se generan en el proceso industrial y en el cocinado de los alimentos, con los fritos a la cabeza. También se comprobó que una parte de alimento cocinado con una gran parte de alimento crudo no producía esta reacción, siempre que primero se tomara el alimento crudo y luego el cocinado. De ahí viene la magnífica costumbre de empezar las comidas con una buena ensalada como primer plato, aunque ya de paso podemos cambiar las tornas un poco más y en vez de picar un poco de ensalada y luego meterse un pedazo de filete con patatas fritas, nos comamos un pedazo de ensalada bien variada, y si tenemos más hambre tomar del segundo plato lo que necesitemos.
Es una muy sana costumbre de nutrirnos esencialmente de alimentos crudos o cocidos, como las verduras, hortalizas, frutos secos, semillas, germinados, ...


Los hidratos de carbono deberían constituir la base de la alimentación. Estos son las frutas, las verduras, las hortalizas, los cereales, las legumbres y los frutos secos. Los cereales enteros o integrales, en su parte exterior, están llenos de vitaminas y minerales que son necesarios para la transformación de los hidratos en glucosa. Aquí hay que recordar que en el proceso de refinamiento de los cereales para fabricar alimentos que consumimos habitualmente como el pan, el arroz blanco o la pasta, las vitaminas y los minerales le son extraídos y necesitará sacarlos de nuestras reservas en el organismo. La gran epidemia de beriberi que causó millones de muertos en Asia en el siglo XX se originó cuando al refinar el arroz le privamos de la vitamina B, en este caso de la niacina tan necesaria para el organismo.
Los hidratos de carbono se digieren primero en la boca y después en el intestino delgado, y las proteínas en el estómago, por tanto si tomamos primero aquel grupo de alimentos, fruta, vegetales y hortalizas, éstas pasarán rapidamente al intestino delgado, ya que en el estómago no pintan gran cosa. El estómago entonces se quedará libre para digerir la proteína sin que haya obstáculos e interferencias y la digestión será mucho más rápida y efectiva.
Esto puede comprobarse siguiendo la dieta disociada, en la que ciertos grupo de alimentos no se deben tomar juntos, el más importante es no mezclar en una misma comida hidratos de carbono con proteínas, o muy bien espaciados, siempre el primer grupo antes que el segundo. Con este sistema normalmente las digestiones son suaves y ligeras a la vez que rápidas. Al tomar los hidratos de carbono después o durante las proteínas, tienen que esperar en el estómago hasta que estén bien divididas éstas en sus aminoácidos correspondientes, y el ácido clorhídrico del estómago que hace está función, hará fermentar los hidratos de carbono, provocando malas digestiones, gases, flatulencias y mal aprovechamiento de los nutrientes.

Debemos evitar tomar alimentos o bebidas muy calientes o muy fríos. Podemos intentar imaginar la gracia que le hacemos a nuestro delicado estómago y ahorrarle ese sufrimiento procurando contener el ansia y no meternos en la boca la sopa hirviendo o dejarla un rato en la boca que ya está más curtida para que se temple, pero como hay veces que no podemos tenerla dentra de la boca por lo que quema, nos la tragamos. Hemos debido escaldar tantas veces el estómago que debe tener las mismas durezas que todos tenemos en los pies. Habituarse a tomar todo un poco más templado es una buena costumbre que nuestra digestión agradecerá.

Es importante beber poco. Cuanto más bebamos durante la comida más interferiremos en la acción de los ácidos gástricos encargados de continuar el proceso de digestión que empezó en la boca. Esta los diluye e impide que actúen con precisión, retrasando la correcta transformación de los alimentos. Por supuesto se puede beber un poco, en la moderación está el truco, pero es mejor beber lo que se pueda una media hora antes de comer y luego beber lo menos posible.

Muchas veces los problemas de una mala nutrición son debidos a algo tan sencillo como masticar bien los alimentos. “La comida bebida y la bebida masticada”. La digestión empieza en la boca por la acción de la ptialina que actúa sobre los hidratos de carbono, facilitando la correcta digestión de los glúcidos y la división de los nutrientes en elementos más pequeños y útiles. Ayudamos a este vital proceso muchísimo más de lo que imaginamos al masticar correctamente. Los alimentos que lleguen demasiado enteros al estómago tendrán dificultades para digerirse y serán expulsados enteros, sin aprovechar. Una vez leía que hay más nutrientes en las heces de un occidental, que en la dieta de muchos millones de personas en el mundo. Sin agobiarse y sin contar X masticaciones, simplemente deberíamos tragar el alimento cuando notemos que ya lo hemos masticado bastante, cuando ya esté todo bien amasado, como un puré. Un motivo más para no tomar los alimentos demasiado calientes. Algunos alimentos crudos necesitan más masticación, pero eso también ayudan a comer menos, ya que la sensación de saciedad llega antes.
En ocasiones la obesidad vienen también por no masticar bien, ya que el cuerpo al no recibir los nutrientes que necesita, nos pide más alimento, no se sacia con lo que le damos y si seguimos sin darle lo que nos pide, nos pedirá más y más, y si le seguimos dando lo que no necesita, lo guardará y acumulará en forma de grasa donde todos sabemos.

El aceite es uno de esos productos que al refinarlo transforma sus valiosísimos ácidos grasos esenciales por grasas saturadas de muy mala fama por ayudar al colesterol malo o LDL, aumentar el riesgo de ateroesclerosis, obesidad, etc. Los aceites vírgenes sí están cargados de valiosos ácidos grasos insaturados y poliinsaturados. Pero no todos los aceites vegetales son ricos en este tipo de grasas. En la industria se utilizan demasiado a menudo los aceites de coco y palma, que bajo la demoninación de “aceites vegetales” ocultan las grasas menos deseables para todos. En el proceso industrial de la fabricación por ejemplo de mayonesas, algunas galletas, bollería, etc, se puede leer “grasas vegetales parcialmente hidrogenadas”. Ante esto todos pensamos, “bien, hidrógeno + vegetales, tiene que ser bueno”. Pero es un doble engaño, los aceites son más o menos saturados en función de lo cargados que estén de hidrógeno. Por tanto si lo deseable es un aceite insaturado o pobre en hidrógeno, al hidrogenarlo lo estamos saturando y convirtiendo los ácidos grasos buenos en malos. Este proceso industrial impide que se ponga rancio fácilmente, se elimina sabor y olor, se clarifica y se vuleve más estable, manipulable, barato por supuesto, soporta mejor los cambios de temperatura, etc, pero pierde la mayoría de su riqueza, convirtiéndose en un generador de grasa nociva. Por lo mismo hay que vigilar que a los aceites vírgenes no se les exponga a cambios bruscos de temperatura y al Sol, ya que facilmente se saturan y pierden sus propiedades. Cuanta más riqueza en ácidos grasos sobre todo poliinsaturados tenga, más inestable será.
Cuando freímos, a parte de saturar sus grasas, sometemos al aceite a un proceso de calentamiento que lo transforma. Las grasas cuando pasan de cierta temperatura, se convierten en un potente tóxico para el organismo. Los aceites siempre crudos.

El agua mineral embotellada, debería de ser de baja mineralización, lo más baja posible, y el dato para encontrarlo en las botellas es el residuo seco. Este indica la cantidad de minerales que se encuentran en el agua. Estos minerales no son asimilados por el organismo o en muy poca proporción. Demasiado poca, ya que los que sobran se eliminan y algunos se acumulan por el organismo y van formando cálculos y depósitos en órganos y articulaciones. Los minerales que de verdad asimilamos son los de origen orgánico que normalmente se encuentran en los alimentos, combinados con vitaminas y otros elementos que ayudan a su asimilación. El agua mineral de la marca Bezoya, es de las aguas de más baja mineralización que he encontrado.

Algunas verduras y frutas se mantienen en un entorno ácido mientras están madurando para protegerse de sus depredadores naturales. Solo cambian su PH cuando ya han madurado. Dado que una de las riquezas de estos alimentos es su alcalinidad, deberíamos esperar a que estuvieran bien maduros antes de comerlos. Algunas verduras y hortalizas como por ejemplo los tomates tienen en la parte de color verde antes de su maduración, un alcaloide muy tóxico para nosotros, la solanina, pero que para ellos tiene su utilidad defensiva, utilidad que pierden cuando maduran. Por tanto, sería conveniente tomarlos bien rojos o cortar la parte verde antes de comerlos.

Las 2 1/2, a comer. Deberíamos plantearnos antes de comer si de verdad queremos estar allí o nos gustaría hacer otra cosa. Aquí entran mucho en juego las relaciones, la convivencia, y un montón de cosas más. Sería muy agradable que nadie nos mirara como un bicho raro e insocial, si cuando llega la hora de comer nos vamos al salón a hacer cualquier otra cosa simplemente porque en ese momento no tenemos hambre. Pero si eso no es posible, podemos servirnos en el plato poco a poco. No raciones grandes, es mejor servirse varias veces si se tiene hambre, pero es más fácil no servirse que dejarse mucha comida en la mesa. Igual que no siempre tenemos el mismo sueño o las mismas ganas de hacer las mismas cosas, deberíamos pensar que si bien es bueno no saltarse las comidas, no todas tienen que ser igual de copiosas. Quizá con un poco de fruta o una ensalada tendríamos bastante. La mayoría de las veces con un sólo plato tenemos más que suficiente, pero la gula es un difícil enemigo contra el que muchos pierden la batalla y otros directamente ni lo intentan.

Una buena alimentación podría ser desayunando un par de piezas de fruta y un puñado de frutos secos, a ser posible crudos. También se puede acompañar con un yogur con miel, galletas integrales, tostadas (con mantequilla si no puede evitarlo) o un vaso de leche (mejor si no es de animal).
La comida debería empezar siempre que nos fuera posible por una ensalada, que tuviera vegetales u hortalizas tanto de color verde (lechuga, pimiento, puerro, calabacín, perejil o judías), y de color no verde (tomate, cebolla, zanahoria, ajo, patata o nabo).
Ahí incluiremos una porción de legumbres cocidas y otra de proteína. Esta última puede ser, aparte de las conocidas proteínas animales que en todo caso tomaremos un dia o dos a lo sumo por semana, queso (mejor si es fresco), yogur, germinados o proteínas derivadas de la soja o el trigo por ejemplo (tofu, seitán, ...).
Por la noche lo más recomendable es cenar a base de cereales. La pasta o el pan (trigo), el arroz, la avena, el centeno, a ser posible integrales, combinados con lo que nos guste (bocadillos, paella, macarrones con tomate, leche con galletas, muesli).

La limpieza de dientes implica no sólo utilizar pasta de dientes, sino lavárselos correctamente por todas sus caras y hacerlo al poco de acabar de comer, sobre todo si es alimento refinado y contiene azúcar. Además nosotros ya tomamos suficiente flúor en nuestra alimentación y no necesitamos el flúor de la pasta de dientes, es un error tomar más. Deberíamos utilizar una que no la lleve, aunque he de reconocer que es muy difícil encontrarla y si lo hacemos es muy cara. Uno de los problemas de un exceso de flúor en nuestro organismo, curiosamente es que los dientes se oscurecen. Un perogrullo pero es así, cosas de la mala información.

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