viernes, 16 de diciembre de 2011

Errores de la Medicina


Freeman fue el inventor de esta "gloriosa" técnica de psicocirugía con la que se trataba de realizar la destrucción de la corteza prefrontal, lo que recibe el nombre de lobotomía. Según el médico, era útil para tratar una amplia variedad de trastornos mentales o aquello que se saliera de lo normal en la época: La depresión, la neurosis, la esquizofrenia, la homosexualidad (por aquel entonces era considerada una enfermedad), la ansiedad... 

El nombre de la técnica del picahielo no era precisamente por azar; literalmente, la lobotomía se realizaba con un picahielo. El doctor Freeman, con un picahielo en una mano y un mazo en otra, clavaba el primero a través de la zona interna y superior del párpado (vía transorbitaria) hasta llegar al lóbulo prefrontal. Una vez que el picahielo estaba dentro de la corteza prefrontal, empezaba a girarlo a un lado y otro para destruirlo, todo esto sólo bajo anestesia local y en cualquier consulta. Tan sólo eran necesarios unos pocos minutos para realizar esta lobotomía y los pacientes podían volver a casa al momento. 


¿Cuáles fueron los verdaderos resultados? Las personas adquirían un comportamiento similar a la que vemos en los zombis de las películas. Parcial o totalmente indiferentes al mundo que les rodeaba, con una pasividad extrema. Pero eso para Freeman era lo de menos, ya no había neurosis, ni ansiedad ni estados de agitación. ¿Cómo iba a haberla si había convertido a muchos de sus pacientes en unos «vegetales» mentales? 

El júbilo del doctor y la publicidad de esta técnica hicieron que se realizara a miles de personas por todo Estados Unidos. Incluso llegó a viajar por Estados Unidos en un vehículo al que llamó cariñosamente «Lobotomóvil»
.

Freeman, tenía carisma y lo sabía, su método fue anunciado a través de la televisión, por el boca a boca, en periódicos… Se llegaron a realizar más de 5.000 lobotomías sólo en EE. UU. La gente acudía haciendo cola para que se la realizasen. Imagínense la escena de un doctor clavando picahielo en serie, una persona tras otra. Sólo se me ocurre una palabra para ello: Dantesco. 

Gracias al desarrollo de la Clorpromazina, que permitió tratar con fármacos a esquizofrénicos y otros trastornos psiquiátricos, esta locura terminó. Más tarde, se demostró que la lobotomía sólo tenía una efectividad del 10% y unas secuelas irreversibles en la mayoría de las personas. Lo que no sirvió para enmendar el Nobel de 
Medicina de 1949. Posiblemente el Nobel más vergonzoso de la historia de la medicina, dirigido a Egas Moniz, por ser el pionero de una técnica que logró más trastornos que curaciones, la lobotomía prefrontal. 

http://www.taringa.com/

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