sábado, 8 de octubre de 2011

Inteligencia animal


Inteligencia animal: a sólo un peldaño en la escala de la evolución


¿Pueden tener emociones los animales? ¿Son capaces de sentir como los humanos? Ocho experimentos científicos dan cuenta de las habilidades que pueden llegar a tener algunas especies.
por Cecilia Yáñez
Desde un punto de vista biológico, el ser humano es un animal evolucionado que está por sobre el resto de las especies. En esa posición, el hombre moderno pensó que se había encargado de aumentar las diferencias y minimizar las similitudes que pudiera tener con los otros animales.
Sin embargo, la ciencia ha demostrado lo contrario. Nuestro ADN, por ejemplo, es idéntico hasta en un 70% a una especie de gusanos nematodos y compartimos casi el 98% con los primates.
Diferentes investigadores del área de la biología y la sicología evolutiva estudian el comportamiento animal y no son pocos los que les atribuyen algunas de estas capacidades. El doctor J. David Smith, profesor de psicología y ciencia cognitiva en la Universidad de Buffalo, en EEUU, planteó que los animales tienen metacognición, esto es, en términos simples, que son capaces de aplicar el conocimiento aprendido para su beneficio y para seguir aprendiendo. "Cada vez hay más evidencia de que los animales comparten paralelismos funcionales con la metacognición de los seres humanos conscientes", aunque para muchos científicos sigue siendo una cuestión abierta, dijo Smith.
Carmen Luz Barrios, veterinaria y etóloga de la Universidad Mayor, explicó que "cada especie animal tiene su propia inteligencia y capacidad de responder al medio, según el desarrollo de su sistema nervioso central, que es el encargado de procesar los estímulos y dar una respuesta".
Respecto de la posibilidad de que posean sentimientos, la especialista señaló que aún está en estudio. Lo que sí está claro es que son seres inteligentes, con capacidad de responder en forma independiente al entrenamiento diario y son más avanzados de lo que se creía. Sí pueden pueden sentir dolor, ansiedad, frustración, sentimientos básicos que son los que se utilizan para procurar su bienestar.


1. Delfines que se reconocen al espejo
El mismo nivel de inteligencia que un niño de tres años pueden alcanzar los delfines, según Diana Reiss, académica de sicología del Hunter College de Nueva York. Aun cuando los animales no son capaces de reconocerse ante un espejo, los delfines sí lo consiguieron cuando uno de estos elementos se instaló en el acuario en el que habitan. Incluso, cuando fueron pintadas marcas en su cuerpo que ellos a simple vista no podían ver, se ubicaban de tal forma frente al espejo para inspeccionarlas. También aprendieron que para verse de cuerpo completo se tenían que poner a cierta distancia del espejo. Según Reiss, estos mamíferos también se comunican con las personas y no sólo a través de símbolos.
2. Perros, como un niño de 14 meses
Una investigación realizada por la Universidad de Viena y publicada en la revista Current Biology en el año 2007, demostró que un perro puede ser tan inteligente como una guagua de 14 meses. A esa edad, los niños son capaces de imitar a un adulto que enciende la luz con la frente si tienen las manos ocupadas, una acción denominada "imitación selectiva". Atendiendo a esta posibilidad, los investigadores entrenaron a una perra de raza Border Collie y le enseñaron a abrir una caja de comida con la pata mientras sostenía una pelota con el hocico.
Otros perros que vieron esta acción imitaron a la perra, aun cuando iba en contra de su instinto y sin que ellos tuvieran el hocico ocupado.
3. Chimpancés que sufren el duelo
Científicos de la Universidad de Stirling, en Escocia, observaron durante varios días la agonía de Pansy, una chimpancé que al final murió en compañía de otros monos que vivían con ella en el parque aventura de esta ciudad. "Los chimpancés pueden tener una mayor conciencia de la muerte que lo que se creía", dijo el psicólogo y director de este estudio, James Anderson, a Science News en abril del año pasado. Previo a su muerte, los tres compañeros adultos se preocuparon de ella, la limpiaron, acicalaron y trataron de alimentarla. Al morir, uno de los machos intentó abrir su boca al tiempo que tiraba de su brazo. Por algunos días, los chimpancés cambiaron su comportamiento y comieron menos de lo habitual.
4. Gallinas empáticas con sus pollos
La Universidad de Bristol, Inglaterra, demostró la empatía que sienten las gallinas cuando ven a sus pollos expuestos a golpes de aire que les provocan estrés. Los investigadores midieron los cambios fisiológicos de estas gallinas: el corazón se les aceleraba, disminuía la temperatura de sus ojos, cambiaban su comportamiento, aumentaba su nivel de alerta y disminuía el tiempo que dedicaban a acicalarse las plumas. La coautora del estudio, doctora Joanne Edgar, dijo a La Tercera que "es probable que la empatía haya evolucionado desde una forma básica a lo que hoy experimentamos los seres humanos, y que las diferentes especies sienten diferentes tipos de empatía".
5. Caballos que saben de más y menos
En abril de 2008, un estudio de la Universidad de Essex constató que estos animales, al igual que las guaguas de 10 meses, diferencian entre mayor y menor. La prueba realizada por los investigadores ponía diferentes cantidades de manzanas plásticas -para que el olfato no influyera- en dos recipientes transparentes. De los 13 caballos que contemplaron la operación, 11 se dirigieron siempre al pocillo que contenía más número de manzanas. Según la médico veterinaria Claudia Uller, una de las autoras del estudio, los caballos son más inteligentes de lo que los humanos pueden pensar. Lo mismo se había hecho antes con primates, hoy reconocidos por su capacidad de contar números pequeños.
6. vacas: alegres y entusiastas
Donald Broom, profesor de bienestar animal en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, estudia el comportamiento de las vacas. Junto a su equipo, puso a un grupo de estos animales en un corral especial con una palanca que al ser presionada les permitía salir a un campo lleno de pasto. Según los investigadores, cuando las vacas lograron aprender cómo se accionaba el mecanismo, mostraban señales de satisfacción.
En declaraciones a la BBC, Broom señaló que los animales tuvieron una respuesta entusiasta, "su ritmo cardíaco creció y aumentaron las posibilidades de que saltaran o galoparan hacia la comida", casi como si dijeran "¡ Descubrí cómo resolver el problema!".
7. Elefantes con espíritu colaborador
Un estudio realizado por la Universidad de Cambridge, Reino Unido, puso a prueba la capacidad de cooperación deliberada de los elefantes de un centro de conservación en Tailandia. Para conseguir alimento, dos elefantes debían tirar al mismo tiempo dos extremos de una misma cuerda para obtener la comida. Los elefantes consiguieron colaborar con éxito y esperaban a otros para tirar de la cuerda.
Los elefantes distinguían entre los pares que alcanzaban la cuerda y aquellos que no y mostraban interés por la presencia de otros elefantes y las tareas que éstos realizaban, lo que es interpretado por los científicos como una tendencia hacia la cooperación deliberada.
8. Loro parlante e inventor
Alex, así se llamaba el loro gris africano que durante 30 años -murió a los 31- fue parte de los estudios de la sicóloga Irene Pepperberg, de la Universidad de Harvard.
Esta ave aprendió más de 100 palabras, las que no sólo repetía, sino que utilizaba en distintas ocasiones. Alex diferenciaba formas, colores, texturas y tamaños. Avisaba si se aburría e inventó una palabra para decir manzanas: "Ban-erry", haciendo una mezcla de plátano y cereza. Este trabajo fue un hito que cambió la forma de mirar a los animales, tanto que se creó una fundación que lleva su nombre y que apoya la investigación de las capacidades cognitivas de los loros para probar que somos seres inteligentes.


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