martes, 4 de octubre de 2011

Meditación del Arbol






Me relajo y retiro a una escena interna. Elijo un árbol aunque no sepa su nombre, sin perjuicio de que más adelante lo podré cambiar si lo deseo. Una vez que el árbol haya aparecido en mi mente, lo observo para que sus detalles y forma se graben en mi memoria y pueda recordarlo a voluntad. Imagino que me voy acercando al árbol y lo abrazo, así siento la energía que lo llena. Me aparto de vez en cuando sin dejar de tocarlo para comprobar su fuerza y su solidez. Ahora giro sobre mí mismo y apoyo mi espalda sobre el tronco, de pie o sentado/a en el suelo, pero siempre en contacto con el árbol. Siento la firmeza del tronco en mi espalda y conscientemente me apoyo contra el con todo el peso de mi cuerpo dejando que me sostenga. Me permito sentir la alegría y el descanso que significa que el árbol me sostenga completamente y me relajo. Si me apoyase en otro ser humano lo debilitaría y me debilitaría. En cambio apoyándome en el árbol me siento mas fuerte. Ahora trato de sintonizarme con el árbol, identificándome lo mas que pueda con él, como si penetrara en su ser: Me siento el árbol. Comienzo a sentir como sus raíces se extienden sedientas hacia las profundidades de la tierra y extraen de ella, los nutrientes que el árbol necesita para florecer, desarrollarse alto y fuerte y dar sus frutos. Siento como succiono de las profundidades de la Tierra todo aquello que necesito para nutrirme y sustentarme. Con cada inhalación extraigo alimento vital para mí y lo dejo fluir por todo el sistema. Con cada exhalación de mi aliento, echo cualquiera de mis temores, dudas ansiedades u otras emociones negativas que pudieran estar bloqueando lo beneficioso de esta energía. Me concentro en la respiración y en la experiencia del bienestar y satisfacción que siento.
Elijo algunos atributos que hubiera ansiado recibir de mi madre y que ella, siendo humana no siempre me pudo dar, por mucho que lo hubiera intentado, como: AMOR, COMPASION, TERNURA, SEGURIDAD. Bebo todo lo que necesito de esa fuente a través de mis raíces. Inspiro: Amor, exhalo: miedos Inspiro: Compasión; exhalo: rencor Inspiro: Seguridad, exhalo: dudas Cuando me siento satisfecho, llevo mi atención hacia lo alto, hacia las ramas y hojas del árbol extendidas hacia el cielo, para extraer de los rayos del sol, la energía y la luz del Padre Solar, los que me fortalecerán y ayudaran a cada parte mía a sanarse. Con cada inhalación, me lleno con la energía solar, y con cada exhalación me deshago de todo aquello que pueda obstaculizar este proceso, como temores, dudas o sentimiento de indignidad. A medida que respiro p rofundamente permito que entre en mi mente aquellos atributos paternales que de niño(a) eché de menos en mi propio padre: CORAJE, SABIDURÍA, COMPRENSIÓN, ACEPTACIÓN. Me embebo en ellos hasta sentirme totalmente satisfecho y los dejo fluir hasta llenar todos los vacíos que hay dentro de mí. Inspiro: Sabiduría; exhalo: dudas Inspiro: Aceptación; exhalo: sentimiento de indignidad. Inspiro: Coraje; exhalo: miedos. Ahora coloco ambas palmas de las manos sobre el plexo solar (situado sobre la boca del estómago) y me mantengo suspendido entre el flujo de ambas energías: la que a través de las raíces extraigo de la Madre Tierra y la que capto por las ramas del Padre Sol, sintiéndome equilibrada, inhalando sus atributos y exhalando cualquier cosa que pueda bloquear esta fuente de nutrición. Por ultimo regreso a situarme frente al árbol para agradecerle todo lo que me ha dado y prometiéndome regresar con regularidad junto a el para renovarme. Este ejercicio debe practicarse por lo menos una vez al día y puede hacerse frente a un árbol real, llevando a cabo el ejercicio apoyándome sobre su tronco, volviendo la vista a la tierra y al cielo a medida que se desarrolla. Suena medio “raro”, pero yo había leído ya anteriormente que “abrazar” a un árbol es la mejor manera de conectarse con la naturaleza y recargas de de energía positiva. A mi me funcionó hace poco más de 1 año en que iba y tocaba un árbol que está cerca de mi casa y que desde entonces es el mejor pretexto que tengo para ir los fines de semana hasta la zona centro caminando para ir a visitarlo. Con este árbol nuevo sé que no será la excepción y cada vez que vaya a la casa de mi amiga, volveré a tomar ese camino para pasar a saludarlo a él también. Sin importar si el rollo ese de las energías es o no cierto, creo que la clave de todo este asunto está en la simple acción de “abrazar”… Abrazar a un árbol, a una persona que amas, a un amigo, a tu familia, a tu perro, abrazar tus sueños, tus principios, tus ideales… ¡Vaya! en pocas palabras abrazar la vida con todos sus matices, ya que los abrazos representan el alimento que nutre al espíritu y al corazón


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