lunes, 3 de octubre de 2011

Nazarenos y Esenios


Los Nazarenos constituyen una nueva clase de sacerdotes que nace en el pueblo de Israel durante la época de Moisés; éstos eran llamados los Nazarenos, o Nazareos, que instruidos por Arón y Jetró, constituyeron una orden monástica de iniciados puros y entregados por completo a la meditación y la regla:
. Dentro de la comunidad de los Nazarenos, pronto emergió un grupo humano muy evolucionado que incidió grandemente sobre el aura etérica del planeta, para preparar la venida de la Esencia Crística. Éste grupo, lo formaron los que hoy, la humanidad de superficie conoce como Esenios. Realmente, dentro de la comunidad monástica Esenia, encarnaron seres intraterrenos y de otros planetas del sistema solar, en especial de Venus, para preparar y asentar el gran impulso que la Luz Crística imprimiría en este planeta, con la llegada del gran evento cósmico que se produciría años después.
Los Esenios tuvieron comunidades activas en Palestina y Siria, su capacidad de cura y sus conocimientos ocultos eran fruto del contacto interior con su Mónada y con el conocimiento consciente de los núcleos intraterrenos que los guiaban. Los Esenios permanecían retirados y apartados de su entorno, y una de las condiciones básicas de todo aspirante para su inclusión en el grupo era la del silencio. Las razones de esta conducta eran obvias, la sociedad humana circundante y sus eternos enemigos, los Levitas, no cejarían en la destrucción sistemática del menor afloramiento de las leyes cósmicas.
Los Esenios ponían mucho énfasis en el cumplimiento de la Ley, eran cuidadosos con el uso de la palabra, al ser ésta conductora de energías,  reflejaban en todo momento la verdad y la simplicidad en todos sus actos y mantenían un profundo sentido de fraternidad con todos sus hermanos, lo que les hizo ser muy valorados y queridos en las comunidades hebreas de su entorno. Realmente ellos introdujeron el espíritu monástico más puro y elevado que la humanidad de superficie había conocido hasta entonces, siendo de hecho, los precursores del auténtico espíritu cristiano que florecería plenamente con la llegada de Cristo.
Jeshu Ben Pandira (Jesús hijo de Pandira), éste líder Esenio fue una noble y gran personalidad que impartió una doctrina precursora del cristianismo y también  fue un ser apoyado y coligado con Shamballah y con el Melki-Tsedek, el Rey del Mundo, el Brâhatmah representante vivo del Logoi terrestre; para que se iniciase el ciclo preparatorio de la Gran Venida de la luz Crística.
Melki-Tsedek, el Rey del Mundo, aparece constantemente reflejado en los escritos Esenios de la comunidad del Qumrán, que han sido transmitidos a la humanidad actual, como un regalo inapreciable de los tiempos pasados a los presentes. Una herencia inconsciente, que aún perdura en la liturgia de la misa católica, cuando se pronuncia: ‘...et  quod Tibi obtulit summus sacerdos Melchisedech…’.
Apolonio de Tyana representó los valores y preconizó las doctrinas de Cristo, teniendo como objetivo la canalización adecuada de la energía Crística sobre la superficie del planeta. Él  fue, además, el líder y maestro de los nuevos Nazarenos, o Nazareos, los Esenios que formarían las primeras y más puras comunidades cristianas, las cuales, guardarían hasta hoy el auténtico mensaje Crístico.
Realmente los esfuerzos que se han realizado para conducir hacia la luz a la humanidad de superficie han sido excepcionales. El humano de superficie más evolucionado, el Maestro Jesús, el alma que anteriormente había encarnado en  Jeshu Ben Pandira, y en Jesús de Nazareth durante su niñez, nuevamente, se entregó a la inabarcable tarea de reconducir a los hombres  por el estrecho camino que bordea los terribles acantilados del error, bajo una nueva figura humana; la de Apolonio de Tyana.
Apolonio de Tyana surge en la perspectiva histórica humana, durante el siglo I de la era cristiana en Tyana, localidad de Capadocia, y desde el primer momento destaca como uno de los más avanzados hijos de la Escuela Pitagórica. En calidad de maestro de ésta, viaja por Oriente iniciándose en las doctrinas milenarias de la India, Egipto y Caldea, hasta adquirir un dominio sobre las leyes cósmicas jamás alcanzado por humano alguno sobre la faz del planeta. Él realizó infinidad de benditos prodigios a semejanza de Jesús de Nazareth, tales como la curación de enfermos y la resurrección de los muertos. Su vida y su obra están marcadas por el profundo amor y una inmensa caridad hacia sus semejantes.
Pero Apolonio, representó un peligro inminente para los “Padres de la Nueva Iglesia”, que ya habían comenzado a revestirse de un poder material y político importante como oposición organizada al poder de Roma. Y de la misma forma que ocurriese con Jesús de Nazareth y los miembros del Sanedrín judío, las pugnas y las desavenencias surgieron con una ferocidad enfermiza por parte de los “Padres de la Nueva Iglesia” hacia los seguidores de Apolonio, que recluidos en monasterios y comunidades Nazarenas, o Esenias, fueron los auténticos precursores y divulgadores de la doctrina Crística por el mundo.  Ellos constituyeron el espíritu de los Cristianos del Primer Amor, aquellos que fueron duramente perseguidos y exterminados en los siglos siguientes al  Concilio de Nicea, donde la “Iglesia de Cristo” pasó a ser la “Iglesia del Imperio”.

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