Según el Antiguo Testamento, el longevo Matusalénvivió 969 años, algo que parece imposible y que muchos investigadores atribuyen a un error en la traducción del texto. Al parecer, los ciclos lunares se confundieron con los solares, por lo que la edad real del patriarca bíblico al fallecer pudo ser 72 años, cifra igualmente sorprendente en tiempos en los que la esperanza de vida era muy inferior.
Según reza el libro sagrado de los cristianos, Matusaléntuvo un primer hijo, Lamec, con 187 años. Después tuvo más hijos e hijas, y un nieto especialmente famoso, Noé- vástago de Lamec-, que nació cuando tenía ya 369 años. Aún vivió seis siglos más el abuelo, probablemente hasta poco antes del Diluvio Universal.
Basándonos en datos científicos, en el estudio de las células humanas, el límite natural en la vida de una persona en ningún caso podría superar los 150 años. Y para ello tendrían que darse al mismo tiempo un buen número de casualidades: genética apropiada, buena alimentación, optimismo, ganas de vivir,…
Se suele utilizar la expresión ‘tener más años que Matusalén’ para hacer alusión a casos de gran longevidad. No en vano nos referimos al más anciano personaje de cuantos aparecen en el Antiguo Testamento. Eso sí, 969 son muchos años… demasiados.
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